Más papistas que el papa

Me sorprende ver cómo se va radicalizando el mensaje de algunos dietistas-nutricionistas en cuanto a lo que son alimentos buenos y alimentos malos para la dieta.


En concreto me refiero a frases como “las galletas son bollería industrial” “los cereales de desayuno no son un desayuno saludable”.


Hace unos días hablando con un entrenador, licenciado en CAFYD, me dijo: no entiendo como ahora las galletas y los cereales son malos, uno no sabe ya que puede comer y oye, yo he comido toda mi vida galletas y aquí estoy la mar de sano, y no pienso dejar de comerlas porque considero que mi alimentación en general es saludable y variada. No le falta razón…


Ni todas las galletas son iguales, ni todos los cereales son iguales, ni en valor calórico ni en perfil nutricional, y meterlo todo en el mismo saco, es perder la perspectiva. ¿Comer galletas al desayuno es lo más preocupante de los hábitos de una persona?


¿Cuál es la función del nutricionista? ¿Demonizar alimentos o educar a las personas en buenos hábitos alimenticios y de salud? Sería deseable además, que sean cuales sean las creencias personales de cada uno, esto no trascendiera a la comunidad, puesto que nuestra obligación profesional es dar consejo basado en argumentos lo más objetivos posible.


Si nos ponemos “papistas”, el desayuno sería pan integral y ya no con jamón cocido (tiene mucha sal y es un derivado cárnico), bueno pues ahora tenemos que ponerle aguacate y tomate. A mi me encanta la idea pero, ¿y si a la persona no le gusta? ¿Qué hacemos?. Bueno, pues si es un niño, directamente no se lo comerá. ¿Podemos ponerle pan blanco porque ese sí le gusta, y así se lo comerá? Ay! es que tiene un índice glicémico muy alto, es un producto refinado y es peor para la salud…. Vaya, pues que no coma y a escondidas se cogerá unas galletas grasientas y llenas de sal (las conoce porque se las han dado en casa de un amigo).


Los cereales, deben ser naturales. Estos no tienen azúcar y son ricos en fibra, los mejores son la avena y los copos enteros. ¿y si a la persona no le gustan? ¿Qué hacemos? Pues, se desmotivará, no comerá cereales pero ¿Qué opción le damos?, bien, el pan integral con membrillo y queso fresco. No, que el membrillo tiene un 50% de azúcar. Vale, pues un bocadillo de aguacate, lechuga y tomate con aceite de oliva virgen extra, porque si no es virgen extra, es peor…


¡Claro que las calorías de los Special K o los Fitness son iguales a otros cereales no recubiertos!


Los cereales de desayuno, son alimentos secos, ricos en carbohidratos. Su aporte en kilocalorías proviene fundamentalmente del contenido en carbohidratos, sean complejos o azúcares y son 4 por cada gramo. Luego cereales que tengan más o menos azúcar pero no tengan más grasa añadida, tendrán un valor calórico muy parecido. Pero, ¿Son todos los cereales iguales? Mi respuesta es no. Os dejo una tabla de composición con datos tomados en septiembre de 2013.



¿Demonizamos o educamos? Prefiero educar:


Si te gustan los cereales con chocolate, que éstos no sean tu desayuno habitual, cómelos el fin de semana o que sean pongamos, 1/3 de tu fracción de cereales. Si la avena no te gusta, mézclala con otros cereales que te gusten más o añade frutos secos o frutas desecadas si lo tomas con yogur y así te irás acostumbrando. Y definitivamente un cereal con un 15% de grasas, no se puede llamar cereal, es un postre. Educación!


Mi hijo de 9 años desayuna una base (la mitad) de avena, ¼ de cornflakes y ¼ de cereales de chocolate, de los que tienen un 7% menos de azúcares simples (ver 9 y 10 de la tabla). Y le pongo cereales de chocolate porque si no, no se lo comería. Y algunos días se coge 5 galletas María (dice que son un asco y eso que la única galleta que ha conocido en casa) y otros días se coge un Weetabix (oye, mira que bien, rico en fibra y ese día no come galletas, pero no se lo impongo yo, lo elige él).


Y alguno me dirá: es que tú le has acostumbrado así. Bueno, no podemos evitar vivir en un entorno lleno de alimentos superfluos llenos de azúcar, aromas y sal que a la mayoría de seres humanos, atraen. E inputs externos: abuelos, televisión, comedores escolares, amigos.


El siempre comió yogur natural sin azúcar. En el colegio le ponen yogur natural azucarado. Durante años ha comido el yogur blanco sin azúcar en casa y ahora con 9 años, quiere azúcar en el yogur. ¿Qué hago? Si no se lo pongo, no se lo come (tiene mucha voluntad). ¿Es mejor el beneficio de tomar un producto fermentado, rico en proteínas y calcio que añadir 3-4 gramos de azúcar simple? Mi respuesta es, sí.


Las galletas, bien, no es el mejor desayuno desde luego, en eso estoy de acuerdo con el resto de mis colegas. Pero, ¿hay que prohibir las galletas?, repito, prefiero educar. Os dejo otra tabla con datos de septiembre de 2013:



En general vemos que tienen más azúcar que los cereales. Si una persona quiere desayunar galletas porque es cómodo, deberá respetar la ración adecuada para ella, y que no fuera el desayuno cotidiano pudiendo intercalar algunos días otro tipo de alimentos más adecuados. Y desde luego, no recomendaría en una dieta las galletas con más de un 11% de grasas. Así que mi recomendación: ración adecuada, no picar entre horas, no todos los días, galletas tostadas. Educación!


Y ¿un desayuno tiene que ser un lácteo, un alimento rico en carbohidratos y una fruta? Por supuesto que no tiene por qué ser así. Puedes desayunar un plato de lentejas, un bocadillo con el pollo de la cena o una tortilla de verduras, o hummus, lo que prefieras, pero que te guste y te aporte suficiente energía para romper el ayuno nocturno, que tu hígado se rellene de glucosa (venga de la fuente alimenticia que venga) y tu cerebro y tu organismo comiencen el día funcionando de forma óptima.


Eso sí, deberás asegurar la ingesta de frutas y alimentos ricos en calcio en otras comidas del día.


Hay que evitar los mensajes extremistas. Nuestra misión es adaptar la realidad hacia el ámbito nutricional más adecuado. Primero informar y luego aconsejar. Las personas deben poder elegir su alimentación y hacerlo de forma consciente.


¿Educamos o demonizamos?